1.3. Necesidad de un cambio de paradigma
1.3.2. La insostenibilidad del actual sistema monetario
El estudio del equilibrio de la eficiencia y la resiliencia de cara a la sostenibilidad de los sistemas complejos, independientemente de que haya sido analizado en ecosistemas naturales, surge de la pura estructura de este tipo de sistemas y, por tanto, es válido para cualquier red compleja con una estructura similar, al margen de lo que se esté procesando: biomasa en un ecosistema, información en un sistema biológico, o, precisamente, dinero en un sistema económico.
El actual sistema monetario es excesivamente eficiente (figura 6), en el sentido que es capaz de manejar elevadísimos volúmenes de información, mercancías… Diariamente se realizan intercambios monetarios equivalentes a unos 4 trillones de dólares sobre un PIB de 78 trillones de dólares. Sin embargo, un exceso de eficiencia bajo el esquema conceptual de una economía integrada en un ecosistema con recursos finitos, y sujeto a rendimientos decrecientes, puede ser perjudicial. Ello justificaría en parte la recurrencia de las crisis, puesto que estamos situados en un punto muy eficiente pero emplazado más allá del umbral de la sostenibilidad.

La forma de proceder del sistema monetario actual es tal que se está alejando cada vez más del punto óptimo (figura 7), debido a su exclusivo énfasis en la eficiencia. Prevalece la creencia general de que todas las mejoras tienen que ir en esa misma dirección, la cual aleja al sistema todavía más de la sostenibilidad óptima.

Bajo esta forma de proceder, cuando el sistema monetario colapsa (figura 8), momentáneamente ve reducida de forma drástica su eficiencia, trasladándose pues a la zona de máxima resiliencia. Pero dicha situación es temporal y rápidamente intervenida por políticas o convenciones globales, empujando nuevamente al sistema hacia un punto muy cercano al previo a la crisis, es decir, a un punto excesivamente eficiente. Los ajustes realizados tras una crisis no se producen a través del aumento de la resiliencia sino de la eficiencia, devolviendo al sistema a un punto inestable. El motivo de ello es que las crisis no son tratadas como sistémicas, incidiendo sobre los síntomas pero no sobre las causas estructurales de las mismas.
