1. Del monopolio a la diversidad monetaria

1.1. Introducción al dinero

1.1.1. El dinero y sus funciones

En la mayoría de las ocasiones en que se trata de definir qué es el dinero, los autores se remiten a sus funciones específicas:

  • Medio de cambio: el dinero facilita el intercambio de bienes y servicios en una comunidad o mercado.
  • Unidad de cuenta: el dinero permite medir el valor de las cosas y fijar los precios de los intercambios.
  • Reserva de valor: el dinero permite ser acumulado o atesorado para futuras necesidades, sin la obligación de ser usado en el momento actual.
Figura 1
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No obstante estas tres funciones, la esencia del dinero, vinculada a su naturaleza originaria, está relacionada sobre todo con las dos primeras de las funciones: la de medio de cambio y la de unidad de cuenta. Es por ello que la definición más utilizada y más directamente vinculada con esta idea originaria del dinero es que se trata de un «acuerdo entre los integrantes de una comunidad de personas para utilizar algo como símbolo de valor y como medio para realizar intercambios de bienes y de servicios». En esta definición se deben destacar dos conceptos fundamentales e imprescindibles para entender el dinero, como son la presencia de una comunidad de personas y el acuerdo al que éstas llegan para aceptar algo como unidad de intercambio.

A pesar de esta definición, el dinero ha dejado de ser un instrumento de intercambio promotor de prosperidad para convertirse en una finalidad universal en sí mismo, de la que depende la población para configurar su calidad de vida y satisfacer sus necesidades y deseos. En el momento en que prevalece la tercera de las funciones, la de reserva de valor, el dinero genera una escalada acumulativa que es apoyada por el interés (el coste del dinero cuando es financiado) y el interés compuesto (el coste del dinero implícitamente incluido en los bienes o servicios que adquirimos). Cuando el dinero, de forma generalizada, se convierte en un fin en sí mismo, las sociedades enferman moralmente, dando lugar a unas importantes injusticias sociales, a una distribución desigual de las cargas económicas, sociales y medioambientales, a unas actitudes insolidarias generalizadas entre los ciudadanos, y a una despersonalización de las relaciones humanas.

El dinero de curso oficial, tal y como lo conocemos a día de hoy, fomenta el uso de las tres distintas funciones, pero dando un papel excesivamente importante a la función de reserva de valor, con todo lo que ello conlleva. Por el contrario, y tal y como veremos más adelante en este curso, las monedas complementarias persiguen, única y exclusivamente, el logro de las dos primeras de las funciones, pero nunca la tercera de ellas. Tal es el punto que ciertos proyectos de monedas complementarias llegan a introducir la oxidación propia de la teoría de Silvio Gesell. Es decir, un tipo de interés negativo que hace perder valor al dinero a medida que pasa el tiempo, fomentando con ello la no acumulación y, por tanto, la recirculación constante del mismo.